jueves, 4 de agosto de 2011

Tata

No soy fan ni estoy de acuerdo con escribirle mensajes a las personas que por una u otra razón ya no están a nuestro lado. Y a pesar de que me acaba de pasar quiero compartir con ustedes, lectores, amigos, bots y otros, parte de los momentos que compartí con un hombre que nació un 6 de Mayo de 1939, que vivió su vida con mucho esfuerzo y sacrificio, hombre de mucho trabajo y de disfrutar lo que hacía a full.
Ese hombre se casó y tuvo hijos y a pesar de que no fue un santo ni nada similar, sus hijos hoy en día son personas integras que tienen sus propias familias y han sabido mantenerlas a pesar de las dificultades que se les han presentado. Este hombre fue bastante conocido y muy respetado hasta el día de hoy dentro de los lugares donde vivió, Collico, Tte. Merino, Clemente Holzaphel, con sus compañeros de trabajo en Neuquen durante los años que vivió allá, dentro de su grupo de adulto mayor y también dentro de los hermanos y hermanas de la iglesia. Este hombre, cada vez que nos veíamos, esporadicamente cuando era pequeño ya que nos separaba una gran distancia física, me sacaba a pasear, me dejaba acompañarlo en su trabajo de Retail, me enseñó algunas cosas básicas de pesca, me malcrió, me enseñó el gusto por la buena mesa, me enseñó con su vida que el que quiere celeste, que le cueste y que la vida no es color de rosa, pero también me enseñó que a pesar de las dificultades hay que tomarse las cosas con humor, aprovechando cada momento con una sonrisa y buena actitud aunque todo parezca cuesta arriba.
Si bien ya más grande, las responsabilidades que uno tiene son diferentes y no siempre se puede compartir de la misma forma con las personas que te han visto crecer y todo lo antes mencionado. Cada vez que le preguntaba como estaba, decía bien, con firmeza, mirando a la cara, a pesar de que su salud no era la mejor...
Le doy gracias a Dios, sinceramente, y estoy contento, porque hoy 4 de Agosto de 2011, mi abuelo, mi Tata, Carlos Araneda Leal, dejó esta tierra para comenzar un viaje sin retorno, donde conocerá en persona a Aquel que dio su vida por El y por todos nosotros, donde le cantará y alabará por toda la eternidad, y de cierta forma nos está esperando para que juntos como Iglesia alabemos al Dios de los cielos, Padre de la gloria, Rey de reyes y Señor de señores.


Que la paz del Señor sea llenando los corazones de quienes estén afligidos y que El pueda ser nuestro sustento y fortaleza cuando nos sintamos tristes o extrañemos a quienes hoy no están a nuestro lado.

1 comentario:

  1. Muchas gracias Diego por compartir estas palabras con los lectores, de seguro para muchos será de bendición, para otros traerá algún recuerdo de lo que nos enseñan o enseñaron nuestros abuelos, como por ejemplo a mi.
    Dios te guíe en todo, te llene y ayude a ser luz siempre.
    Un abrazo.

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